Oímos con frecuencia hablar de pobreza energética, y en la mayoría de los casos la primera vez que tomamos contacto con el concepto, al igual que ocurre con otros, pensamos que es una problemática asociada a países en vías de desarrollo y la pobreza en su mas amplio sentido. Sin embargo, esto es erróneo, la pobreza energética es una realidad que afecta también a los países desarrollados, y no depende de su clima. Afecta especialmente a familias socioeconómicamente vulnerables.
Teniendo en cuesta esto, es necesario definir el concepto de pobreza energética, que es la incapacidad de un hogar para mantener los servicios energéticos básicos, lo que genera consecuencias en el bienestar de los individuos. En su origen solo se refería a la disposición para mantener el confort térmico del hogar, pero en la actualidad incluye todos los servicios energéticos.
Para determinar si un hogar sufre pobreza energética es necesario tener en cuenta tres factores:
- Nivel de renta e ingresos
- Precios de la energía
- Eficiencia energética del hogar
La combinación de estos tres indicares es la que va a determinar si se esta o no en riesgo de pobreza energética. Y se puede deducir de ello, que todas aquellas familias con una situación socio-económica vulnerable tendrán un mayor riesgo de sufrir pobreza energética.
Un aspecto muy relevante es la implicación que tiene la pobreza energética en la salud de aquellos que habitan los hogares que la sufren, con un claro aumento de riesgo de padecer enfermedades tanto físicas como mentales, y además esta asociada al aumento de la tasa de mortalidad adicional en invierno (muy elevada en nuestro país).
Se trata por tanto de un fenómeno muy complejo que requiere de un análisis pormenorizado y un enfoque multidisciplinar para abordarlo.
El Ministerio para la Transición Ecológica estableció en su momento la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energetica (https://www.miteco.gob.es/es/ministerio/planes-estrategias/estrategia-pobreza-energetica.html) 2019-2024. Para el diagnóstico, utilizó los cuatro indicadores que emplea la UE:
- el gasto desproporcionado,
- la pobreza energética escondida,
- la temperatura inadecuada de la vivienda
- y el retraso en el pago de las facturas
En dicho documento se recoge la necesidad de publicación periódica de los indicadores para comprender no solo el fenómeno, sino también su evolución, de este modo a día de hoy podemos analizar los datos correspondientes a la actualización del 2022, ya que son los últimos publicados. En ellos se refleja una mejoría en los indicadores de gasto desproporcionado, pobreza energética escondida y retraso en el pago de las facturas de suministros de la vivienda, recogiendo solo un resultado desfavorable en el indicador de temperatura inadecuada de la vivienda. Aunque estos datos habría que analizarlos con mayor perspectiva, ya que se refieren al año 2021, y por tanto aun pueden estar condicionados por la crisis derivada del COVID-19.
Para comprender la envergadura de su alcance solo es necesario tener en cuenta dos aspectos, por un lado, que cuando se redactó dicho plan se estimaba que en nuestro país entre 3.5 y 8 millones de personas estaban en riesgo de pobreza energética. Y por otro que desde hace unos años ya es asunto del que se ocupan instituciones y gobiernos, no solo estatales, sino también otros como la Union Europea, fruto de lo que se desarrollan diversas normativas y iniciativas, enfocadas a reducir o paliar su incidencia.
Las Comunidades Energéticas CER son una figura que puede ayudar a mitigar el riesgo de pobreza energética, ya que, a través de la gestión colectiva de los recursos energéticos, se puede obtener un ahorro económico en el consumo de energía de los hogares. Además, se generan otros beneficios medioambientales, y sociales.
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